“Petro olvida que Duque es presidente electo y no en ejercicio”
LA izquierda no ha logrado digerir su derrota. Al día siguiente de la elección quisieron dictarle al presidente electo no solamente las políticas que debía ejecutar, obviamente contrarias a las que respaldaron más de diez millones de ciudadanos, sino también vetar la cercanía de dirigentes de primera línea de la coalición victoriosa el 17 de junio.
“Ni Uribe ni Ordóñez” vociferó Gustavo Petro, en arrebato cercano a la demencia, como si fuera posible gobernar con las consignas de odio que a diario destilan los enardecidos opositores. Perdida la calma y poseído por una agitación enfermiza, Petro le exige al presidente electo pronunciarse sobre los asesinatos de líderes sociales, convertidos por obra y gracia de sus frustraciones en militancia de Colombia Humana. Olvidó que Juan Manuel Santos aún ejerce las funciones de presidente entre la cuales se encuentra la de velar por la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Se equivocó de destinatario, no por olvido, sino por desesperación. La conciencia remuerde, no calla y es imposible silenciarla, pero la memoria es esquiva y obedece a las flaquezas del atribulado opositor político.
La muerte que se expande por el Pacífico colombiano, y en especial por los territorios sembrados de actividades ilegales, es consecuencia directa de una paz maltrecha y de un posconflicto míseramente ejecutado que mereció siempre el apoyo de Colombia Humana. No en vano los obispos de Quibdó, Apartadó e Istmina afirman que el gobierno no ejerce control integral en los territorios, provocando la indefensión de sus pobladores a merced de los grupos armados de toda pelambre.
Petro, al aseverar que “nos están masacrando y que la tiranía ha estallado en Colombia”, debe decírselo a Juan Manuel Santos, que aún hoy combate la criminalidad con anuncios de medidas que nunca se materializaron durante su mandato, y recordárselo a quienes han apoyado su ineptitud y sus entregas. Su llamamiento a una movilización nacional solo persigue promover delito y violencia que ellos previamente desjudicializaron en el acuerdo de paz y en normas legales del gobierno Santos para la protesta social en su modalidad delincuencial.
No puede prolongarse el dominio de carteles mejicanos y de organizaciones narcotraficantes colombianas y su impune actividad delictiva en contra de poblaciones inermes, como acontece hoy. Su desaparición o sometimiento depende de la capacidad de los responsables de ejecutar las políticas para ese efecto. Los ministros del Interior, Defensa y Justicia deberán contar con experiencia y firmeza para llevar a cabo esa misión, así sean vetados por la oposición iracunda. La gobernabilidad exige la presencia del Estado en todo el territorio nacional y la gobernanza aconseja confiar esa tarea a quienes fundamentaron la coalición ganadora. Así se hizo acertadamente para la vicepresidencia.