El quid del asunto
Tras las turbulencias financieras de la zona euro y EE.UU. soplan vientos de inequidad en la redistribución de la renta.
Pocos analistas se han ocupado del centro de gravedad de la actual crisis económica mundial, pues la mayoría de ellos asume que todo pasa por un desaforado gasto público a costa de las instituciones, del empleo y del ingreso de los trabajadores.
Tanto el FMI, como la Reserva Federal en Washington y los bancos centrales de Europa, coinciden en que a los gobernantes se les fue la mano en el gasto y que las inversiones o fueron mal orientadas o pusieron en riesgo la estabilidad monetaria de varios países.
Lamentan que los grandes perdedores han sido los mercados de capitales con caídas estrepitosas en las bolsas. Algunos sugieren que el costo de la debacle monetaria lo están pagando obreros y desempleados, y claro, muchas compañías que hoy tienen maltrechos sus portafolios de inversión por culpa de los estragos en las bolsas.
Sin embargo, hay que mirar lejos el horizonte para avizorar que los huracanes financieros vienen impulsados por la fuerza centralista de gobiernos y Estados que nunca intentaron siquiera darle orden, justicia y participación democrática a la redistribución de la riqueza.
La redistribución de la riqueza es punto clave para oxigenar las economías. Permite, además, un efecto multiplicador en la inversión productiva, el empleo y el consumo.
Jorge Sicilia, economista jefe del Grupo BBVA, puso el dedo en la llaga: lo que hoy sufren Grecia, Italia y EE.UU., pasa en alto grado por falta de un modelo político que permita la redistribución de la renta en el mundo.
Su opinión apunta a que todos nos estamos ocupando de la crisis global sin llegar al quid del asunto: la redistribución de la riqueza.
Cuando llega una recesión mundial, los gobiernos están quebrados o desfinanciados, al tiempo que la mayoría de compañías están en las mismas.
¿Y por qué? Pregunté al economista. Respondió que “como no hay una redistribución de la renta, a todos por igual, los toma mal parados la tormenta. Los ricos son escasos y andan al filo de la desesperación, los gobiernos no tienen nada que hacer diferente a pedir oxígeno internacional, y los pobres, nada tienen para aportar a la solución porque nada les han dado”.
Sicilia enfoca su tesis a que mientras los jefes de Estado y dueños del poder no permitan una socialización de la renta en el mundo, las crisis llegarán fuertes como ahora y será poco lo que se pueda hacer para contener el impacto sobre las economías grandes y pobres.