Bogotá está más sucia que antes. Que cuando el entonces procurador intentó destituir al alcalde Petro con medidas de higiene pública. Hay más huecos y más descontento con Peñalosa, cuya incapacidad de gestión sorprende. Creíamos que haría de nuevo una buena alcaldía, nos defraudó. Su incuria administrativa sólo muestra actividad paranormal en beneficio de los urbanizadores que en su mayoría sufragaron su costosa campaña. Es una actividad antidemocrática disfrazada de tecnócrata.
Se niega al control del Congreso, al punto que las Cortes tienen que conminarlo a asistir. Le parece mejor no tener que responder por el crimen ecológico que convertirá a uno de los pocos pulmones que quedan en un festín de cemento con la reserva Van der Hammen. La capital es una de las ciudades con menos árboles per cápita del mundo, pero él tiene una deuda con ciertos sectores y el futuro capitalino le importa poco.
Ahora, ante la pacifica ocupación de la plaza de Bolívar por los defensores de la paz, los hizo desalojar por la fuerza y a la brava. Es un atropello a la libertad consagrado en la Constitución nacional. Y amerita un juicio político en el Congreso. No sólo ha hecho poco en este año, lo que hace es nocivo para la paz pública. Ha dicho como para disimular que hará un metro, pero eso es un futurismo postergador, para cuando él ya no esté en el cargo.
Lo visible es su preocupación por aparecer en público así sea con medidas arbitrarias, alcaldadas sin sustentación legal. Cuando acabó con el Bronx, verdadero micro centro del narco trafico urbano, pensamos que tenía un proyecto serio de reinstalar a los desalojados. No fue así, carecía de un plan B. Y los drogadictos indigentes se regaron por la ciudad. Perjudicaron de tal modo el comercio, que pronto hubo protestas de los comerciantes, los cuales también sufrieron los excesos policiales de su alcaldada mal calculada.
Parece un sino de nuestras dinastías criollas que los hijos prolonguen los errores de sus ancestros en el gobierno. Sería necio olvidar la crisis sufrida por el gobierno reformador de Carlos Lleras cuando se demostró en el Senado que su ministro de agricultura, conocido como el muñeco Peñalosa, había recibido un cheque de un gremio durante su gestión. Tuvo que renunciar justo en un mes de noviembre como el que corre, pero dejó mal herido el intento necesario y fallido de reforma agraria, cuya ausencia ha gravitado de forma nefasta en la vida nacional. Ahora su hijo ataca la paz.