“Puede ser primer paso para cambios que se requieren”
Nos alistamos a vivir un proceso electoral marcado por la polarización y confrontación de las visiones antagónicas que caracterizaron a las elecciones presidenciales, que no se limitará al debate sobre las realidades regionales, sino que incluirá una amplia controversia sobre las posiciones encontradas de izquierda y derecha y en especial sobre la crisis venezolana y sus efectos sobre sobre el país.
El debate difícilmente escapará a las controversias que suscitan la dictadura de Maduro, las suspicacias que se acrecientan sobre la imparcialidad e integridad de la JEP y de las demás instituciones del denominado Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, así como a la percepción de que el resultado de octubre y su distribución de fuerzas podría predecir los resultados de las lecciones del 2022.
El declive de la izquierda en el hemisferio ha radicalizado a la izquierda en el continente que no se resigna a las recientes derrotas en Brasil y en El Salvador, al repudio generalizado de Daniel Ortega y su versión sandinista de la izquierda, a la precariedad del gobierno de Evo Morales y al rotundo fracaso del chavismo en Venezuela, tan costoso en pérdida de democracia y de mínimos humanitarios. La ilegitimidad de Maduro y sus áulicos suscita naturales preocupaciones para los colombianos, no solamente por la avalancha migratoria que ha generado, sino también por la amenaza que representa para nuestra seguridad y la integridad de nuestro territorio.
El gobierno ha liderado una acertada acción diplomática que responde a los más importantes intereses nacionales y que habrá de facilitar el retorno de la democracia al hermano país. La acción y trabajos del Grupo de Lima son clara demonstración de la naturaleza pacifica, pero firme del gobierno de Colombia. La política exterior y en especial la solución a la crisis política y humanitaria de Venezuela debe ser resultado de un consenso nacional.
No será posible escapar a un realinderamiento de las fuerzas políticas en posiciones fruto de visiones compartidas. El gobierno en la deliberación sobre el Plan de Desarrollo debe construir acuerdos y estimular coaliciones que superen las limitaciones actuales de los partidos y movimientos pero que se identifiquen por sus identidades y cercanías ideológicas. El Plan Nacional de Desarrollo es oportunidad para un acuerdo sobre lo fundamental que le daría impulso al emprendimiento y a la equidad en la vida colombiana y permitiría elevar la controversia con la izquierda que no puede adelantarse en el escenario de pugnacidad tan propenso a la demagogia y la mentira que tanto complace a los líderes de la oposición. Los colombianos están a la espera de las transformaciones que el país requiere. Las elecciones de octubre pueden ser el primer paso en esa dirección.