A nadie sorprende que cada día más desmovilizados de las Farc se estén uniendo al Eln o a las bacrim. Era algo de esperarse, dado la constante imprevisión del gobierno de Santos. Tanto, que hablaron de estar preparados para el posconflicto y, realmente, poco o nada estaba listo cuando se llegó el momento.
Para ser exactos, el gobierno lleva casi 8 años hablando del tema, los mismos que duraron las conversaciones en La Habana. Pero lo programado: los campamentos para acoger a los narcogerrilleros rasos, la educación y entrenamientos que recibirían para integrarse a la población civil, los jueces y tribunales especiales que los juzgarían (la JEP), nada estuvo listo.
El costo de esta imprevisión e improvisación es inmenso para el país. El Eln cada día engrosa y fortalece sus filas, con reincidentes. Lo mismo sucede con las bacrim y otros grupos narcoguerrilleros.
Bien se puede decir que el Gobierno de Santos le falló a los desmovilizados de las Farc. No me refiero a los líderes que andan llenos de privilegios y muy campantes, preparándose para entrar a ejercer en el Congreso. Me refiero a los que cargaban los fusiles, a los que secuestraron siendo niños y entrenaron a matar, a los que fueron carne de cañón, a los que esperaban reconstruir sus vidas después de los acuerdos firmado por sus jefes y el Gobierno.
A estos hombres y mujeres les incumplieron, no han encontrado vida ni trabajo fuera de la delincuencia. No tienen entrenamiento ni experiencia laboral y, el hecho de haber formado parte de un grupo narcoterrorista, no es una buena carta de presentación.
La oferta de empleo para estos individuos es escasa, por no decir inexistente. Sí, no hay empleo para los ciudadanos honestos, respetuosos de la ley y con algo de preparación, mucho menos la hay para exdelincuentes.
Desafortunadamente, millones de colombianos viven del “rebusque”, o como dicen las estadísticas, “del empleo informal”, un eufemismo de esos que gustan tanto, o sea, se las tienen que arreglar vendiendo de todo en los semáforos, o haciendo lo que sea, lo que salga, para ganarse unos centavos.
Entonces, ¿qué otro camino les queda diferente a regresar a lo que saben hacer? Ellos saben que si regresan a la delincuencia, específicamente al narcotráfico, pueden ganar mucho más que vendiendo bolsas de plástico, frutas o flores en una esquina. Empuñar un arma es lo que saben hacer. La muerte no los asusta, bien la conocen. No han encontrado en la “paz” lo que ellos esperaban. ¿Por qué no volver a lo que conocen y les da una mayor ganancia? El Eln y cualquiera de las bacrim los recibe con los brazos abiertos y Colombia una vez más pierde.
Según lo ven hoy, estos hombres y mujeres, una vida dedicada al terrorismo, narcotráfico, secuestro, asesinato, en este país, trae dinero y prestigio. Ya hemos visto el despliegue mediático que han recibido los jefes de las Farc, hasta han estado de candidatos a la Presidencia.
La improvisación de Santos al no estar preparado para el posconflicto puede ser trágica para el país. Puede fácilmente hundirnos en un conflicto mayor al sufrido en las últimas décadas. Será mucho lo que el nuevo gobierno tenga que arreglar para enderezar este entuerto.
mclaraospina@yahoo.com