Se nos llegó la segunda vuelta y Colombia tendrá que escoger entre un joven preparado y limpio, y la cabeza de una izquierda radical, tan extrema que no dudó en alzarse en armas y asesinar para imponer sus ideas.
Una izquierda que insiste en el fracasado mecanismo de las expropiaciones, reafirmando el caduco modelo de que los medios de producción deben estar en manos del proletariado o del Estado. Avanzan en promover que la pobreza de unos se explica por la riqueza de otros. Reafirman los odios, las teorías de la conspiración y la idea de unos colombianos buenos y otros malos.
Un modelo fracasado no solo en Venezuela y Cuba, sino también en su más ambicioso experimento que fue la Unión Soviética. Escondida detrás de la cortina de hierro tuvo que salir porque estaba quebrada, como tuvo que avanzar China hacia el capitalismo. Una cosa es el socialismo democrático, que con economías boyantes puede proveer servicios a sus ciudadanos y otra pretender crecimiento económico asfixiando la empresa privada.
Duque por su parte, representa una visión joven del país. Supera el debate izquierda y derecha con la fórmula de un Estado con dos manos: una para impulsar al sector privado y otra para atender a los ciudadanos más pobres y los bienes públicos necesarios para la inclusión. Impulsar el sector privado genera empleos que son la mejor política social, y al mismo tiempo, genera la riqueza que paga impuestos y permite los problemas sociales y los bienes públicos necesarios para la inclusión.
Duque representa la posibilidad de que una nueva generación llegue al poder. Una generación que es estudiosa y que tiene una visión distinta del futuro. Duque comprende que Colombia tiene que hacer grandes esfuerzos si pretender hacer parte de la cuarta revolución industrial: la automatización y los robots. Estamos atrasados para iniciar, pero tenemos que hacerlo ya. Niños formándose en programación de computadores, en diseño e ingenierías robóticas y mecánicas.
Tengo la certeza de que Duque ganará, y me alegra, pero sobretodo me compromete. Este gobierno tiene que ser sobresaliente, devolverle confianza y credibilidad al gobierno. Ayudar a generar riqueza y darle alas a los emprendedores, y realidad a nuestros sueños de una mejor Colombia.
Ojalá los colombianos votemos movidos por la fe en el futuro y no por el odio. Nos han atribuido todo lo malo a quienes estamos en la oposición, pero un somero repaso sobre los discursos de los candidatos y quienes los rodean, es evidente que solo un sector se define como “anti”. Vota por el odio a un expresidente de hondo calado en nuestro país. Invitan a votar para meterlo preso, para detenerlo, para eliminarlo. Por nuestro lado, queremos un país unido.
Al margen del debate de amores y odios sobre el Presidente Uribe, ojalá la ciudadanía piense en el futuro, confíe más en sus buenos sentimientos que en los malos. Ojalá el porvenir se nos ilumine y decidamos construir futuro para todos.