La tendencia expresada el 11 de marzo en las elecciones de Congreso ha sido confirmada por las tres encuestas que se conocieron en días pasados. Sus resultados muestran el ascenso vertiginoso de Iván Duque, el estancamiento de Gustavo Petro y el declive progresivo de Sergio Fajardo, Germán Vargas y Humberto De la Calle. Han dado lugar a desconcierto y llevan a algunos a proponer la conformación de una alianza de centro que dispute de igual a igual la presidencia con los sectores que brindan apoyo a Duque y a Petro. Pretender esos alcances con la indefinición de Fajardo o con la percepción reinante de que Humberto De la Calle y Santos son efigies de una misma moneda, no movilizará al elector que avizora un nuevo país que este gobierno no supo construir. Lo que es claro es que la izquierda no se desgastará en alianzas sin porvenir. El éxodo de electores del Polo y de la Alianza Verde hacia las toldas de Petro es cada día más nutrido y desde esa orilla harán hasta lo imposible por acentuar la polarización con la esperanza de lograr un frente amplio contra Iván Duque que hoy encarna la reconversión y futuro de la democracia colombiana. El incipiente posconflicto abrió el espacio para una confrontación sobre la sociedad que queremos y la naturaleza y diseño de sus instituciones.
Las fuerzas se aglutinarán unas alrededor de Iván Duque y otras detrás de Gustavo Petro. El primero cuenta con un sólido bagaje conceptual, una preparación excelente y una voluntad política que le permitirá realizar las reformas que el sistema democrático colombiano requiere. Simboliza el cambio que su generación tiene la oportunidad de hacer realidad para construir una Colombia moderna y libre de las ataduras de un pasado reciente teñido de sangre, narcotráfico, clientelismo y corrupción. Contará con importante mayoría en el Congreso y su reto será fortalecer una cultura democrática sostenida por las libertades que le son propias y los emprendimientos que la propiedad privada y la libre empresa estimulan. Allí tienen cabida e importantes tareas Germán Vargas y su partido, los conservadores, los militantes de la U, los liberales y los sectores independientes que comparten el ideario democrático.
El segundo es ya el eje de la coalición de centro izquierda, imbuida de las influencias de Fidel Castro y Hugo Chávez, que aún postula la colectivización de la economía y de la propiedad y se nutre todavía de una doctrina estatizante que sujeta la vida de los ciudadanos a la omnímoda voluntad del Estado. Corresponde a la utopía fallida del siglo XX que hoy se desmorona.
En las urnas pondremos fin a la guerra y expediremos el acta de nacimiento de un nuevo país.