La importancia de las MiPymes en la economía de nuestro país es indudable. Según el Instituto McKinsey, representan el 90% del total de empresas y emplean al 65% de la fuerza laboral. Sus actividades representan cerca del 30% del PIB, cifra relevante pero baja comparada con países de la región como México donde supera el 45%.
La situación actual de las MiPymes requiere atención. Su tasa de supervivencia en el primer año llega al 50% y para el tercero apenas es del 20%. La elevada mortalidad se debe al bajo acceso a financiación y a la escaza planeación financiera y estratégica.
Según la Gran Encuesta Pyme de ANIF, apenas el 45% de las pequeñas y medianas empresas y el 20% de las micro, accede a financiación. Cuando lo logran, lo hacen para cubrir necesidades de flujo de caja en el corto plazo. No para mejorar procesos.
Es por ello, que apenas el 30% o 40% de estas empresas tienen mejoras en sus procesos productivos. Bajos niveles de innovación en las MiPymes, impide que sus productos se integren a cadenas de valor. El bajo valor agregado en sus productos deja de lado la posibilidad de que los emprendedores tengan mayores ingresos.
Hacia afuera la situación tampoco es alentadora. Apenas el 30% de las MiPymes tiene vocación exportadora. La baja investigación de mercados y el exceso de trámites son las principales barreras para llegar a mercados internacionales.
Frente a las MiPymes, Colombia ha hecho esfuerzos normativos e institucionales. Un primer paso fue la ley 590 del 2000, que dio lugar a la política de creación de empresas.
Con la ley se definieron las micro, pequeñas y medianas empresas. Se creó el Fomipyme para promover la creación y se otorgaron beneficios tributarios en función de la generación de empleo. A mayor número de empleos generados, mayores estímulos tributarios. Un buen inicio.
Más adelante, en el gobierno de Uribe se adelantaron importantes iniciativas como la Ley de primer empleo y de formalización de empresas. Las iniciativas atendieron algunas de estas problemáticas, en particular la de acceso a la financiación.
Sin embargo, el difícil escenario descrito hace necesario plantear nuevas alternativas y propuestas para el emprendimiento de nuestro país.
En el debate de Fedesarrollo y el diario Portafolio, nuestro candidato, Iván Duque, presentó su apoyo al emprendimiento y al sector empresarial del país.
Para mejorar el acceso a financiación, proponemos profundizar el mercado de capitales, promoviendo la participación de fondos de capital privado y de riesgo. Esto genera alternativas a las líneas de crédito tradicional que se basan en garantías y no en planes de negocio.
También es necesaria la simplificación normativa y la unificación de varias entidades en ventanillas comunes. Hacer que sea más fácil emprender.
Esto se complementa con una banca de desarrollo. La mano aliada del emprendimiento junto a Universidades y Centros de Investigación que orientarán los planes de negocio para que los productos tengan mayor valor agregado.
Es hora de que el emprendimiento se direccione como un motor de desarrollo económico y social de nuestro país. Colombia es un país de emprendedores.