La designación de la nueva cúpula de las Fuerzas Armadas y de Policía debe marcar el inicio de una política que tenga como horizonte la seguridad nacional, el restablecimiento del orden público y las garantías al ejercicio de las libertades de los ciudadanos. Su tarea será la de llevar a cabo todas las acciones que omitieron los miembros de la cúpulas militares y de Policía a partir de la apertura de las negociaciones con las Farc. Implicará definir con claridad los objetivos, procedimientos, metas y doctrina para los grandes temas estratégicos desatendidos en los últimos ocho años.
El primero de ellos consiste en asegurar la presencia de la institucionalidad en todo el territorio nacional. Esa prolongada ausencia permitió el fortalecimiento de la subversión, asegurándole, en una primera fase, refugio y tranquilidad para su crecimiento y, después, control de comunidades y de actividades ilegales con las que fueron fortaleciendo poder armado y solvencia económica. Durante los cuatro años de negociación y los dos años de contento bobalicón por un acuerdo rechazado por el pueblo colombiano, nada hicieron, ni el gobierno del Nobel, ni los generales sumisos, por la presencia y acción de la institucionalidad en esas maltratadas regiones. Esa omisión imperdonable facilitó el fortalecimiento de toda suerte de organizaciones criminales, bacrim, supuestas disidencias farianas, y carteles mejicanos de la droga, que hoy representan elementos de seria perturbación para la seguridad nacional.
El segundo tema de preocupación es Venezuela. El chavismo hirió de muerte el Estado de Derecho y sus libertades y se erigió en gobierno de delincuentes, que constituye la más importante amenaza a la paz hemisférica. El gobierno de entonces y sus generales, subordinaron los intereses de Colombia al encargo de facilitador confiado a Maduro, que poco aportó, y cuya actitud hoy presenta desafíos importantes a la estabilidad y buenas relaciones entre los Estados del continente. Los poderes foráneos que lo soportan suman intereses estratégicos, comerciales y orbitales que se ven además acompañados por la presencia de organizaciones terroristas en suelo venezolano. El cartel de los soles y la numerosa migración de un pueblo victimizado, se suman a la complejidad de las situaciones que plantea la dictadura de Maduro para todo el continente.
El tercer tema que debe ocupar a los miembros de la nueva cúpula es el diseño y elaboración de una nueva doctrina militar que permita el manejo de las viejas y nuevas realidades internas y externas que afectan al país y atañen a la conservación de la paz en el hemisferio. Vivimos situaciones complejas y tiempos difíciles, que suponen desafíos que requieren manejo acertado y responsable. En el reconocimiento de la nueva jerarquía militar el presidente Duque definirá el contenido y alcances de la nueva doctrina