“Izquierda no logra liberarse de su espíritu totalitario”
No cabe duda de que la polarización que se manifestó en las urnas en el debate presidencial, antes que disminuir se ha acentuado. Y no propiamente por la acción de un gobierno legitimado para dar cumplimiento a los programas y políticas por los que optaron los colombianos, sino por la incesante acción intrépida de una izquierda que no escatima medios ni procedimientos para lograr imponer su credo y su gente en el gobierno de la nación.
Sacudidos por el espectáculo de su líder acariciando con deleite fajos de billetes de origen incierto, han vuelto por sus fueros combinando los cantos de sirena de la despolarización con las movilizaciones por situaciones que responden a la herencia recibida de la administración Santos. Y lo hacen con acentuada incongruencia cuando sindican al gobierno de las muertes de líderes sociales, en su mayoría a manos de las bandas y carteles que hoy pugnan por el dominio de los territorios sembrados de coca que el gobierno anterior se negó a recuperar para la institucionalidad. Pero sepulcral silencio guardan cuando las víctimas son estudiantes de la Escuela General Santander o agentes de policía acribillados en el macabro plan pistola, y los victimarios son los terroristas del Eln, cercanos a sus identidades ideológicas.
La paz inconclusa que nos dejaron no puede alcanzarse sino en las condiciones que ellos impongan. La verdad tiene que ser la que ellos dicten, verdad oficial que pretenden imponernos con el manejo de la JEP y de la Comisión de la Verdad, organismos que hasta hoy han sido incapaces de dar siquiera tímidas señales de imparcialidad e independencia en sus tareas de impartir justicia y buscar verdades.
En su delirio imponen dogmas y propagan por absoluciones e impunidad, aún para los reincidentes después de firmado el acuerdo, con el argumento de que la garantía de no repetición solo se predica y aplica para el delito de rebelión. Santrich sabe que su curul de legislador lo espera y las víctimas de las Farc sienten que están condenadas al olvido. Por otra parte, formulan vetos para que nadie distinto a ellos pueda ser guardián de la Memoria Histórica, con la que pretenden borrar hasta el rastro de sus contendores en las páginas de una historia acomodaticia, condenada a ser tan efímera como ellos.
La izquierda no logra liberarse de su espíritu totalitario. De ella no se puede esperar contribuciones a la despolarización. Confirman la verdad de su creencia en cada fracaso de su aplicación. Venezuela es la más reciente prueba de esta conducta. El gobierno debe proseguir con la Política de Defensa y Seguridad y con su acción de cerco diplomático para el restablecimiento de la democracia en el país hermano.