“La verdad no se impone. Ella aflora de los hechos”
La resolución de los conflictos armados nunca se agota con la suscripción de acuerdos, así éstos dispongan mecanismos de desarme y reintegración de las fuerzas insurrectas. El vencido en el campo de batalla trata de compensar su situación con la imposición de su verdad de la confrontación, de sus causas, desarrollo y epilogo. Pero la verdad es esquiva a la fabricación arbitraria y necesita autenticidad para ser imperecedera y superior a la que se pretende extraer solamente del uso de la violencia y señorío de la muerte. La confrontación por ello cambia de escenario y de naturaleza, porque su objetivo es asegurar la legitima perduración en la memoria colectiva de la nación.
Ya no se trata de la paz de Juan Manuel Santos que hoy naufraga en medio de todas las expresiones de violencia que siembran muerte, desplazamientos y desolación en el país, sino de grabar en la recordación colectiva de la nación la narrativa del conflicto, su génesis, sus móviles, sus metas para que irrumpan como verdad histórica y confieran legitimidad a perpetuidad en la conciencia de los colombianos. Es en esa dimensión más exigente en la que se inscribe la nueva batalla que vivimos y que se da ya en el terreno incierto y vulnerable de la verdad para la posteridad. La ventaja se halla en el campo de la izquierda. En la Habana lograron construir un sistema diseñado para que la verdad fuera a la vez la verdad histórica y la judicial. Con el auxilio de la ingenuidad de unos y de la complicidad de otros, impusieron a su contraparte la creación de la JEP y de la Comisión de la Verdad, ambas integradas con el concurso de personalidades extranjeras con claras identidades ideológicas con todos los sectores que hoy componen la izquierda colombiana.
La contienda se centra ahora alrededor del Centro de Memoria Histórica y de la designación de su Director porque no debe ser eslabón suelto en el diseño institucional. Todas las formas de lucha se han desplegado para impedir que a esa posición llegue un extraño al mamertismo nacional que no se someta a la verdad que nos quieren recetar. Se hace uso de un doble rasero para descalificar a quien asesoró al Ejército Nacional, legítima institución del país, sin reparar que integraron la JEP y la Comisión de la Verdad con simpatizantes y defensores de la subversión antes de amnistías, indultos y acuerdos de paz.
La verdad no se impone. Ella aflora de los hechos que debemos tratar de develar entre todos.
Toda verdad impuesta deja de serlo. A la usanza de los caribeños queremos una verdad verdadera.