VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Septiembre de 2011

Estado no miembro
Pasado  mañana, el Presidente de la Autoridad Palestina se presentará ante la ONU pidiendo el reconocimiento del Estado.
Por supuesto, la respuesta será negativa. Independientemente de que algunos miembros del Consejo de Seguridad simpaticen con esa causa, la sensatez obliga a una gran potencia como Estados Unidos a proceder con aplomo y es apenas natural que vete la pretensión pura y dura de proclamar un nuevo Estado soberano e independiente.
En cualquier caso, los palestinos han hecho un cálculo estratégico interesante que les lleva a pensar que hoy es posible pescar con creces en ese río revuelto en que se ha convertido el Medio Oriente en general y el Levante en particular.
La delicada situación en Egipto, la fragilidad de Jordania, la turbulencia en Siria, el vacío de poder en Líbano y la transición en Libia les han llevado a pensar que éste es un buen momento para someter la iniciativa a consideración de las Naciones Unidas.
Piensan que en semejante clima de inestabilidad (reforzado por el uso de unos cuantos cohetes Katiusha sobre territorio israelí), la idea de formalizar su condición de nuevo Estado podría dar paso a una especie de equilibrio de poder que reconfigurase las relaciones en el área.
De hecho, son muchos los países que, románticamente, han pensado lo mismo desde hace varios años y que, más allá del resultado que se obtenga en el Consejo, ya se han comprometido con Ramala a dar un voto favorable si el proyecto llega a presentarse ante la Asamblea General, así sea tan solo con carácter simbólico.
O sea, que los palestinos cuentan por anticipado con dos tercios de los votos en ese recinto, empezando por los gobiernos suramericanos que -solo con la honrosa excepción de Colombia- les han garantizado su apoyo en un clima de obsecuente ligereza.
Pero, claro, lo cierto es que tan espinoso asunto no puede quedarse estancado y que en algo habrá de evolucionar, tal vez, concediéndoles a los cabecillas de Fatah y de Hamás la (paradójica pero consoladora) figura de “Estado no Miembro” a cambio, como debe ser, de que regresen cuanto antes a la negociación con Tel Aviv, reconozcan formalmente la existencia de Israel (en tanto Estado judío), renuncien al terror y no sigan insistiendo en poseer Jerusalén o en fronteras ficticias sobre la geografía previa a los acontecimientos del 67.