WILLIAM VILLEGAS OROZCO | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Septiembre de 2011

Un grito de ley


“Proyecto forestal de acuerdo con condiciones de regiones”


LA  Ley Forestal es urgente para la viabilidad del país, porque de no repensar y planificar bien las vías de la locomotora de la minería y el uso forestal y de conservación de nuestros bosques, principalmente los húmedos, nos veremos abocados a una catástrofe en nuestros ecosistemas naturales que afectará la calidad de vida de nuestros nietos y la viabilidad futura como nación.


Hace algunos días se realizó un debate en el Congreso de la Republica sobre lo que debería ser la nueva ley, la cual despertó muchas inquietudes en los académicos y preocupación en la sociedad civil, que no ve claro cómo se ejecutaría en el país; cuáles son las estrategias que consoliden una política de Estado que limite la deforestación de más de 300.000 has./año y cómo se promoverá entre los productores rurales, pequeños y medianos, una cultura de sembrar para que nuestros hijos cosechen así como la conservación de bosques naturales para poder sobrevivir.


De las 114 millones de hectáreas continentales colombianas, cerca de la mitad está en bosque, ¿qué tipo y de que composición faunística y florística hablamos? No sabemos, para qué nos pueden servir uno u otro? No conocemos a cabalidad, y como si fuera poco, las fuerzas devastadoras de grupos ilegales, narcotráfico y población pobre sin alternativas locales, que se unen a la guerra contra nuestros ecosistemas y biodiversidad en el Chocó, Cauca, Nariño, la región andina y en el complejo Amazonia-Orinoquia.


Según la FAO somos el tercer país en América Latina y el Caribe con mayor superficie de bosques y en lugar de aprovechar esta ventaja de manera controlada, estamos dando licencia para matarla. La nueva ley debe abordar el tema no sólo de manera ambiental y conservacionista sino buscar alternativas que frenen la intervención antrópica descontrolada, para ello debe haber un plan estratégico que vincule desde lo local y desde la academia unos principios básicos e inviolables con un equipo de vigilancia, no nacional sino internacional; infortunadamente debe ser así, porque a veces creo que le duele más el agotamiento de nuestros ecosistemas naturales a la comunidad internacional que a nuestros líderes. No estoy convencido de que los casi 12 millones de has. de Parques Naturales y las 36 millones de has. de las etnias, estén salvadas, porque he visto que muchas especies han sido también amenazadas por ellas mismas, muchas veces por no decir todas, por la falta de oportunidades que les permita sobrevivir en un mundo globalizado, que ya los constriñe.


Es perentorio un plan de contingencia mientras la ley es debatida y aprobada, por lo cual me inclinaría a fortalecer la reforestación, pero con carácter incluyente, donde se vincule al colono, etnias y campesinos con incentivos especiales como la nueva ley de Desarrollo Rural que lidera el MADR y los decretos de formalización de la propiedad acompañada de un plan de siembra para el futuro. Este esquema le dará a las comunidades estabilidad y capacidad de negociación; no creo en las UAF (Unidades Agrícolas Familiares) ambientales, creo que todas las UAF y baldíos que se titulen y sean entregados por el Incoder debe considerar un proyecto forestal de acuerdo con las condiciones biofísicas y culturales, de las regiones, como componente del proyecto principal rural.
willvillegas@gmail.com