A PESAR de los significativos avances en tecnología y ciberseguridad, tanto el fraude, como los ataques que pretenden vulnerar los sistemas que protegen la información de las entidades financieras y los clientes, continúa siendo un gran desafío que obliga a estar en constante alerta.
Ello pone de manifiesto la importancia de que las entidades continúen intensificando sus esfuerzos para adoptar medidas preventivas y la tecnología necesaria para salvaguardar la información y sus sistemas, y seguir fortaleciendo las capacidades de su recurso humano para detectar y prevenir los casos de fraude, lo que demanda más recursos y conocimiento en un entorno cada vez más digital en el cual se ofrecen los productos y servicios financieros. Pero además se deben incrementar las denuncias contra estos hechos.
Entre las modalidades más comunes de fraude en Colombia se encuentran el phishing, el skimming y el fraude de identidad. El phishing, que ha crecido un 50%, utiliza correos electrónicos falsos para robar información personal; el skimming se refiere a la instalación de dispositivos en cajeros automáticos para copiar datos de tarjetas, mientras que el fraude de identidad implica el uso de documentos falsificados para abrir cuentas o solicitar créditos.
De acuerdo con Clara Escobar, directora ejecutiva de la Asociación de Compañías de Financiamiento (AFIC). “Las entidades financieras han redoblando esfuerzos para fortalecer su seguridad e implementar tecnologías emergentes, con el fin de combatir prácticas fraudulentas que, además de causar pérdidas económicas, erosionan la confianza de los consumidores al temer ser víctimas de eventos de fraude con el uso de determinados canales o mecanismos en el uso de diversos productos o servicios financieros”.
Por ello se ha venido implementando tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y la analítica de datos, que según cifras de McKinsey ha demostrado reducir las pérdidas por fraude hasta en un 30%, al permitir ser predictivos de este tipo de eventos. También están adaptándose la autenticación biométrica, la de las huellas dactilares y reconocimiento facial. Con el uso de estas tecnologías se estima que el fraude puede continuar reduciéndose en un 70% en los próximos cinco años, reforzando la seguridad en el sector.