La era Milei comienza con moderación y negociaciones | El Nuevo Siglo
EL ECONOMISTA Javier Milei, de 51 años, autodefinido como libertario, pero con arraigo conservador, jura hoy como presidente de Argentina. /Archivo AFP
Sábado, 9 de Diciembre de 2023
Pablo Uribe Ruan*

Javier Gerardo Milei se posesiona este domingo como presidente de Argentina con un plan de gobierno que buscan refundar un país azotado por la mala política, el peronismo y las repetitivas crisis económicas.

Estos desafíos, que se han acumulado por décadas volviéndose estructurales y casi que irreparables, son muy difíciles de solucionar en un solo periodo presidencial, por lo que muchos que conocen a fondo la política argentina han pedido mesura y cautela luego de las emocionantes y polarizadas elecciones presidenciales en las que Milei prometió “el estallido” y “sacar a todos”. No todo se puede “estallar”, así como así.

En las tres semanas previas a la posesión presidencial, Milei ha mostrado que entiende la complejidad de los problemas argentinos, situándose en una posición más reflexiva y abierta al diálogo, y ha tomado el camino del gradualismo con nombramientos de políticos macristas y experonistas y unas multifacéticas relaciones diplomáticas, buscando diversas líneas de crédito para una economía crítica.

La sorpresiva moderación del presidente, como escribe Carlos Pagni en La Nación, ha sido comparada con aquella frase contundente del analista argentino Pancho Árico: “Cuando pensábamos transformar al poder, descubrimos que el poder nos transformó a nosotros”.

Más que la libertad, lo que más avanza es la realidad, con su poderoso aterrizaje en libertarismo de la necesaria clase política, los gobernadores y las presiones de los sindicatos que buscarán bloquear el país desde mañana.

 

Es la política

El presidente Milei, un minarquista que ha defendido un Estado mínimo y la libertad absoluta de los mercados y las empresas, hizo campaña hablando casi únicamente de economía, como si fuera el único problema de Argentina, confirmando la citada y repetida frase de Bill Clinton: “es la economía, estúpido”.

Pasada la elección se ha chocado con la realidad política y su complejo entorno. No sólo es la economía, sino, más que todo, la política. La oposición a su proyecto libertario es mayoritaria en el Congreso y un poco más de la mitad de los gobernadores (son 24 en total) están en contra suya, como parte importante de las calles.

Con este panorama y el 60% de popularidad, el derechista ha entendido que “el ingeniero” Macri, como llama al expresidente Mauricio Macri, es la clave para la gobernabilidad de su proyecto. El PRO (Propuesta Republicana), el partido del expresidente, cuenta con la mayor bancada legislativa, aunque no es mayoritario, y tiene 11 gobernadores, luego de haber ganado las elecciones regionales y legislativas en mayo.

A cambio de apoyo legislativo y gobernabilidad, Milei ha nombrado a dos macristas en ministerios claves. Patricia Bulrrich, la excandidata presidencial, y Luis Petri fueron designados respectivamente en el ministerio de Seguridad y Defensa, por encima de la vicepresidenta y experta en defensa, Victoria Villaruel, generando diferencias al interior de la Libertad Avanza. El más sonado nombramiento, además, ha sido el de Luis Caputo en Hacienda, un exministro de Macri, que será el cerebro de toda la estrategia económica para evitar la hiperinflación.

Aunque Macri se ha impuesto en la conformación del gabinete, Milei tampoco se ha dejado imponer el presidente de la Cámara de Diputados. Un sonoro nombre, cuyo apellido representa para el presidente argentino el mejor de mandatario de la historia, dirigirá la cámara alta. Se trata de Martín Menem, el sobrino del expresidente Carlos Menem, quien también es de la línea libertaria y neoliberal, como su tío.

Negociada la gobernabilidad con Macri, Milei ha tenido que ampliar su gabinete con experonistas que conocen la política argentina como la palma de sus manos. Los sindicatos y el peronismo vienen amenazando con paros generales y parálisis económicas y para contrarrestar estos objetivos, Milei ha nombrado a un viejo político como Guillermo Francos de ministro del Interior.

Francos, un político muy cercano al exministro de Economía Guillermo Cavallo, ya negocia con los gobernadores del Partido Justicialista, colectividad que hace parte del peronismo duro, pero se distancia del kirchnerismo y otras fuerzas políticas devotas del general. La estrategia es dividir progresivamente y ampliar el margen de la gobernabilidad ante los poderosos políticos peronistas y las bases sindicales.

 

La crisis económica

Con Caputo al mando, un exbanquero del JP Morgan y el Deutsche Bank, Milei ha viajado a Nueva York y Washington antes de la posesión para enviar un mensaje de confianza a los inversionistas y empezar inmediatamente las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la deuda argentina, el clásico problema del país.

Aunque las negociaciones sobre la deuda son una prioridad absoluta, la necesidad más apremiante es controlar la inflación. “En lo inmediato tengo que aprovechar la peor herencia que me deja el kirchnerismo, que es la inflación. Tenemos que evitar una híper, porque nos llevaría a una pobreza del 80%. Pero la inflación puede ir haciendo la reducción del gasto por vía de una licuación. Congelaremos el presupuesto a nivel nominal y eso producirá un ahorro extraordinario”, ha dicho Milei.

Otra de las apuestas económicas de Milei es levantar el cepo, las restricciones a la compra y ventas de otras divisas para evitar la devaluación del peso argentino. Para lograrlo necesita financiamiento internacional que permita fortalecer las reservas monetarias del país, hoy comprometidas por un mal manejo del kirchnerismo.

Luego de la visita del presidente argentino, el FMI ha dicho que no habrá nuevas líneas de crédito internacional sin antes renegociar un nuevo programa. Si esta organización multilateral no concede el crédito necesario, se especula que los Emiratos Árabes Unidos podrían otorgarle a Argentina una suntuosa línea crediticia.

Con enorme expectativa, comienza un nuevo gobierno que promete una transformación radical de la economía sin desconocer que para ello necesita una mínima gobernabilidad que le permita sobreponerse a las protestas por el recorte del gasto público, a la poderosa calle que ha tumbado varios presidentes y al peronismo que no está dispuesto a ceder el poder a un costo tan bajo como perder una elección presidencial siendo una estructura política de más de 70 años.

No será fácil, pero Milei parte de una premisa que puede ser muy fructífera: la realidad, más que la libertad, avanza.