El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) alertó recientemente que el comportamiento meteorológico entre agosto y noviembre aumentará la probabilidad de precipitaciones en varias regiones del país. Ante este anuncio, los gobiernos departamentales se preparan para enfrentar los efectos de un posible fenómeno de La Niña que se prevé afecte principalmente las regiones Andina y Caribe.
Este se caracteriza por el enfriamiento anómalo de las aguas superficiales del océano Pacífico central y oriental. Además, provoca cambios significativos en los patrones meteorológicos a nivel global.
En Bogotá, la administración del alcalde Carlos Fernando Galán está tomando medidas anticipadas para hacer frente a la situación. “Este plan está bien diseñado. Estamos trabajando articuladamente para poder implementarlo muy bien, pero necesitamos también de la colaboración de la ciudadanía. Esto es un esfuerzo particular que ha liderado la Secretaría de Ambiente”, explicó el mandatario.
Bajo esta premisa, EL NUEVO SIGLO investigó las acciones que se ejecutarán desde las diversas entidades del Distrito en época de lluvias. Por ejemplo, la Secretaría de Ambiente de Bogotá identifica el arbolado en riesgo por ramas muertas, inclinación o pudrición del tronco; autoriza las podas, talas o intervención integral de árboles en riesgo o caídos; realiza visitas de control y seguimiento a las quebradas donde se arrojan residuos y escombros y rescata los animales silvestres afectados por eventos asociados al fenómeno de La Niña.
Por otra parte, Galán informó que en el fondo del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (Idiger) hay dispuestos 55 mil millones de pesos para atender emergencias, todas las que se presenten en Bogotá, pero especialmente para las relacionadas con el fenómeno de La Niña. La Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) también ha dispuesto recursos para este fin.
Así mismo, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) ha hecho intervenciones en las que se han retirado 55 mil toneladas de residuos este año en quebradas y ríos.
Además, la Uaesp garantiza la recolección de residuos sólidos y aquellos que son arrojados de forma irregular y que puedan obstruir las redes de alcantarillado pluvial y sanitario.
Por su parte, el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis ejecuta las podas y talas necesarias de árboles caídos o en riesgo que sean autorizados en espacio público. El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (Idpyba) atiende los animales domésticos afectados por las lluvias y la Secretaría del Hábitat (SDHT) monitorea zonas de control a la ocupación en áreas con amenaza alta de deslizamientos, especialmente laderas y cerca de ríos.
Localidades en riesgo
Dentro de las predicciones contempladas en el plan de acción se evidencia que en Usaquén, Chapinero, San Cristóbal, Engativá, Suba y Barrios Unidos podría presentarse caída de árboles.
En cuanto a avenidas torrenciales o crecidas repentinas, las localidades que pueden verse afectadas son Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar y Sumapaz.
Asimismo, en el caso de movimientos en masa o derrumbes, estarían en riesgo Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar y Sumapaz.
Las localidades Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá y Suba están en riesgo de posibles inundaciones. Además, las localidades Barrios Unidos, Teusaquillo, Los Mártires, Antonio Nariño y Puente Aranda corren riesgo de encharcamientos.
Por último, las localidades Usaquén, Chapinero, Santa Fe, San Cristóbal, Usme, Rafael Uribe, La Candelaria, Ciudad Bolívar, Sumapaz, Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativá y Suba corren riesgo de desbordamiento de ríos o quebradas.
Justicia ambiental
EL NUEVO SIGLO habló con el profesor Luis Guzmán, investigador del Departamento de Derecho del Medio Ambiente de la Universidad Externado sobre las consecuencias medioambientales que se pueden esperar en Bogotá debido a La Niña, tanto a corto como a largo plazo.
Al respecto, el experto señaló que aunque Bogotá es una ciudad que tiene avances muy importantes en el manejo de los fenómenos climáticos, que además se ha venido preparando con medidas a través de su último Plan de Ordenamiento Territorial, aún le falta mucho en términos de concienciación y educación ambiental a sus pobladores.
“Seguramente la ciudad va a tener que prepararse en un manejo adecuado de los sumideros, de las calles y avenidas, para garantizar y evitar las inundaciones que desafortunadamente en ciudades tan grandes como esta terminan afectando a las comunidades más pobres o más desfavorecidas y ahí es donde entra a jugar un papel muy importante el concepto de justicia ambiental, la necesidad de que exista una distribución no sólo de los beneficios ambientales, sino también de las cargas ambientales”, argumentó.
Región Central
Entre 2010 y 2023, en la Región Central (Bogotá D.C., Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Meta y Huila) se registraron más de 6.500 emergencias por inundaciones, avenidas torrenciales y movimientos en masa.
“Entre octubre y noviembre la probabilidad de aumento de las precipitaciones estará por encima del 70 %, es decir, en un punto alto para la región. El llamado desde la RAP-E Región Central es a trabajar articuladamente entre los gobiernos departamentales, alcaldías, organismos de socorro y sociedad civil, en aras de fortalecer los planes de gestión del riesgo y estrategias de respuesta que permitan enfrentar la segunda temporada de lluvias del año con acciones concretas para proteger el ambiente y la integridad de las personas”, expresó Ricardo Agudelo Sedano, gerente de la RAP-E (Región Administrativa y de Planeación Especial) Región Central.
Estas cifras reflejan la importancia de un trabajo articulado entre los actores del Sistema Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (departamentos, municipios, organismos de socorro y comunidad).
“La comunidad juega un papel clave, ya que son los primeros actores en responder frente a una situación de emergencia. Por eso, las gobernaciones y alcaldías deben fortalecer las capacidades comunitarias e institucionales, tanto en conocimiento del riesgo como en preparación de la respuesta, y tender mecanismos eficientes de comunicación para una reacción inmediata”, reiteró Agudelo Sedano.
Es importante mencionar que el Ideam declara la temporada del fenómeno de La Niña solo cuando las temperaturas del océano pacifico permanezcan por debajo de 0,5 grados Celsius durante al menos cinco meses y se combinen con otros factores climáticos, como vientos y la presión atmosférica sobre el océano Pacifico tropical.
Nivel de embalses
Con corte al 16 de agosto, los embalses del Agregado Norte, Agregado Sur, Sistema Chingaza y El Hato se encuentran en tendencia descendente con un 57,67 %, ascendente con un 92,16 %, descendente con un 52,65 % y estable con un 82,30 %, respectivamente.
Más específicamente, el embalse Neusa está a un 77,76 %, Sisga a un 71,22 %, Tominé a un 52,85 %, Chisacá a un 90,11 %, Regadera a un 95,93 %, Chuza a un 46,35 %, San Rafael a un 73,14 % y El Hato a un 82,30 %.