Columnistas | El Nuevo Siglo

El silencio de los inocentes

 

“Estoy convencido de que llegará el día en el cual el hombre de ciencia, el poeta y el filósofo, hablarán el mismo lenguaje y se entenderán”.

Claude Bernard

El gran final

 

Ha pasado el alboroto del pregonado fin del mundo que como siempre  por su despliegue se sabía que era una invención de algún comunicador lleno de viveza que sin duda debe haber sido el primero en decir hoy que ya él sabía que no iba a suceder nada y todos los demás, crédulos, jugando a la catástrofe o a la anticipada carnavalada.

Pervivencia del imperio

 

“El imperio ha sido una forma de Estado claramente duradera (…) En comparación, la Nación-Estado parece una anécdota en el horizonte histórico, una forma de Estado que ha aparecido recientemente por uno de los extremos de un cielo plenamente imperial y que es probable que arraigue en la imaginación política del mundo de manera parcial o transitoria”.

La reforma tributaria

 

Al fin de cuentas resultó una tremenda irresponsabilidad la aprobación de la reforma tributaria por parte del poder legislativo colombiano,  (Senado y Cámara), en una jornada de labores extraordinarias. Fue muy fuerte la presión del Ejecutivo para que se tramitara la iniciativa gubernamental. La exigencia era perentoria con el propósito de que la reforma comience a regir a partir de 2013.

Por el camino de Jesús

 

Visitar  Israel y descubrir, paso a paso, los lugares donde vivió Jesús tiene para los cristianos un conmovedor significado. Nadie es inmune a la abrumadora sensación que causa ver la roca donde oró y lloró Jesús en el Monte de los Olivos, o a la devoción de los visitantes del Gólgota, donde fue clavada la cruz y murió el Redentor.

Ante Infancia de Jesús (III)

 

Para tener dimensión completa de cuanto venia sosteniendo el P. Alfonso Llano en sus escritos, de lo que pidió perdón (El Tiempo 09-12-12) y por lo cual el Superior General de la Compañía le impuso silencio, es importante recordar algunos puntos más.

El Gobierno de la ciudad

 

Si lográsemos suponer que el alcalde bogotano no se llama Gustavo Petro, sino cualquier otro, con cualquier nombre y cualquier apariencia, quizá lo ocurrido con las basuras hubiese terminado realmente con problemas serios, con la ciudadanía infinitamente indignada, con una sensación mucho peor que la que quedo en el ambiente bogotano.