En las toldas del Partido Conservador ya se escuchan voces que alertan sobre una peligrosa pasividad de las directivas y los jefes naturales de la colectividad ante el proceso de reunificación liberal. “… El conservatismo vive como en cámara lenta, mientras en el liberalismo ya hay puentes construidos con Cambio Radical y se avanza con repatriar a varios congresistas de La U, el conservatismo no se mueve ante lo que se evidencia como un serio proceso de fortalecimiento de su rival histórico, que si logra reunificarse seguramente inclinará de nuevo la balanza electoral y política a su favor”, precisó ayer un senador azul, al ser consultado sobre la movida en las toldas rojas.
Pasividad azul (II)
Según la misma fuente, el presidente del Directorio Nacional Conservador, José Darío Salazar, debería citar a un “cónclave”, al que asistiera no sólo la bancada, sino los expresidentes Andrés Pastrana y Belisario Betancur, así como los ex ministros y dirigentes del partido en nivel nacional, regional y local, para definir una estrategia que permita reaccionar a la forma en que el liberalismo busca recuperar sus mayorías de antaño. “Lo que veo es un cisma a mediano plazo en La U y la absorción de Cambio Radical por los liberales… Eso cambiaría todo el panorama político y dejaría a los conservadores en desventaja”, precisó el congresista, que habló a condición de mantener en reserva su identidad.
Anhelo uribista
Pero no todos los sectores de La U consideran que la posible ida de algunos congresistas y dirigentes a las toldas liberales representaría un problema mayor. Todo lo contrario, líderes afines al ex presidente Álvaro Uribe consideran que si la franja “santista” y “vargasllerista” retorna al liberalismo oficialista, que es su verdadera cuna política, el ex jefe de Estado tendrá una mayor posibilidad de recuperar el mando y preponderancia de un partido que, como el de La U, se creó a su imagen y semejanza. Hoy, como se sabe, Uribe no tiene mayor margen de acción en La U, pues la mayoría de esa colectividad “oye” al ex mandatario pero “escucha y acata” al inquilino de la Casa de Nariño.