Deleite rítmico de palabras (IV) | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Noviembre de 2024

Que bien para estos “deleites rítmicos” aludir al sorprendente reconocimiento a la Santa de Ávila, a quien, apenas ingresada al Carmelo, sentía el llamado a la reforma de la orden religiosa, con base en el contenido espiritual de “Las Moradas”. Nicolás Bayona, en “Historia de la Literatura Española” (Cap. X), desborda en elogios tomados de Bossuet y Balmes, que la colocan “llevando la mística cristiana a la mujer”, en puesto de gloria, solo después de María Santísima, a mayor altura”. Se dijo hasta que “el Espíritu Santo movía su mente y su pluma” (S. Luis de León), y hay quien veía en ella a “la mujer más cercana a la divinidad” (Lenc).

“Son escritos versos sencillos expresó la misma Santa Teresa” al comentarlos, pero, al pronunciarlos, saltan vibrantes a lo alto, como al decir: “Vivo sin vivir en mí, y toda alta vida espero, que muero porque no muero” …Extraordinarios sus “conceptos sobre el amor de Dios”, su “Camino de perfección” y su “Castillo interior”. En el poema “Nada te turbe”, ¡qué culminación tan magnifica!: “Solo falta Dios”.

Cerrando este capítulo de extraordinarias mujeres, que nos han dado deleite rítmico con sus vidas, sus obras, sus escritos, retornamos a ese himno al Dios que es amor de una Teresa de Calcuta, o de una Teresa de Lisieux, “la que aspiraba ser el amor en el Cuerpo Místico”; mujer mística, también, la Madre Francisca Josefa del Castillo. Que sea todo esto espacio propio para que se sientan vibrar los acentos del testimonio de Santa Teresa de Ávila, en un solo y armonioso coro, sin dejar de mencionar la preciosa “Historia de un Alma”, de la jovencita de Lisieux, y la “Radiografía espiritual de la búsqueda de Dios”, de la gran Madre tunjana.

Además de ese confortante estilo de mujeres de fama universal, hay gran número de otras, que, por su tarea en el estudio, en la docencia o en servicios al País, o a determinada Región, merecen especial gratitud, así como las que, con su vida y comportamientos, han propiciado oportunos y placenteros resultados. Primeras damas, que se recuerdan con especial gratitud, como Lorencita de Santos, María Michelsen de López, Bertha Hernández de Ospina, Nohora Puyana de Pastrana, y, entre otras de singular altura, Soledad Acosta de Núñez, soporte del esposo en sus grandes tareas, y quien, por encima de respeto humano, dio testimonio de “elevar su matrimonio, inicialmente civil, a la dignidad de Sacramento”, según tarjeta de Participación.

Tantas son, además, las meritorias labores en la Docencia y en Servicios de Salud, lideradas por mujeres cívicas, o en Comunidades Religiosas, como La Presentación, Vicentinas, Salesianas, Siervas de Cristo, o entidades públicas o privadas, como en el Huila, Tulia Rosa Espinoza, Rosalía Charry de Leyva, madre del Obispo Luis Calixto Leyva Charry, éste también honra de las letras. También tantas buenas madres, conscientes de su misión, que, al preguntárseles sobre su experiencia docente, han podido responder con acierto y satisfacción: “Los años dedicados a la educación de mis hijos”. (Continuará)

*Obispo Emérito de Garzón

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