Columnistas | El Nuevo Siglo

Santos vs. Uribe

 

Increíble,  inadmisible, injusto con el país, el bajo espectáculo que dos hombres públicos están dando convirtiendo al país en un campo de batalla, mostrándose como perros y gatos indomables.

Es una falta de respeto y consideración con toda la nación, con su juventud, porque este bochornoso espectáculo sube y sube más de tono, sin sentido común y sin medir las consecuencias.

El Museo Santanderista

 

Las  academias, en cualquier lugar del mundo, son el centro cerebral de la comunidad y su foco culminante. Las academias, recintos del saber, tienen fines morales de gran trascendencia, como el relacionado con la conservación  de la tradición -banco de valores morales de un pueblo- y entregar todo este acervo enriquecido y enaltecido a las nuevas generaciones.

¿Por qué hablamos así?

 

Conversando con muchos extranjeros de habla hispana que han llegado a Colombia, me he dado cuenta de que tenemos una serie de frases en nuestro lenguaje que nos ponen a pensar que tipo de sociedad somos. Frases como “Me robó el corazón”, “¿te puedo robar un minuto?”, “lo voy a matar”, “estoy que le pego” o “matemos ese tema”.

Perdonar es posible

EN  Sudáfrica, Nelson Mandela fue perseguido y recluido en la cárcel debido a su lucha por la inclusión racial. 27 años tuvo que estar preso. Cuando obtuvo la libertad, lideró a su partido para promover una democracia multirracial y la reconciliación entre los blancos de origen holandés y los negros nativos. Logró ser el primer presidente elegido democráticamente y durante su mandato la reconciliación fue una de sus principales banderas.

Límite de influencias

 

Quiero  comenzar por dejar algo claro. No estoy en contra de la homosexualidad, no la considero una aversión, pero sí creo que la idea principal de la unión entre hombres y mujeres no sólo permite buscar igualdad de género en la balanza de la vida (distribución económica, acceso a bienes, etc) sino que, también, produce lo que más necesita un Estado: ciudadanos.