La Constitución ha muerto
A pesar del poderoso y bello espíritu que ha acompañado a nuestra Constitución Política desde sus inicios, el descabellado procedimiento de su proclamación, la ilegal forma de su aprobación y la ausencia total y absoluta de técnica jurídica hicieron de ella un texto inocuo e inoperante en sí mismo, es decir, un texto inconstitucional, aun cuando suene paradójico.