Columnistas | El Nuevo Siglo

 

Entre sumercé y mi señora

 

Vacaciones de fin de año entre los departamentos de Boyacá y Santander.

En Villa de Leyva echaron la casa por la ventana. La plaza central llena hasta las banderas. Me dicen que en la Fiestas del Carmen es peor. “Se llena mucho más, sumercé, y eso huele a ruana que da gusto”…

 

De silicona y hueso

 

Resulta comprensible la especie de culto que se le rinde al seno femenino si se tiene en cuenta que no sólo son un par de objetos que dan vida a través del alimento, sino que también proveen de inmenso placer a hombres y mujeres durante los actos sexuales.

 

Iniciativa propia

 

Al destapar el nuevo Gobierno de Bogotá la agenda de administración y ejecución, encontró que su primera página no es muy clara, por estrecha capacidad económica para hacer proyectos de alcance.

El Secretario de Hacienda alertó el punto esencial, al precisar que no hay recursos suficientes para obras de infraestructura. Se tendrá que buscar mecanismos que permitan asegurar financiación de lo más urgente.

 

¡Amarillo con tonalidades rojas y verdes!

 

Así están cuatro de los dieciséis ministerios del actual gabinete. Empecemos de rojo a verde:

 

El Papa y los jóvenes

 

En su homilía de Año Nuevo oímos a un Pontífice cansado físicamente y muy envejecido pero con ideas muy claras. Su tema central fueron los jóvenes.

Benedicto XVI tiene a los jóvenes permanentemente en su corazón y dialoga con ellos con la experiencia de un erudito profesor universitario, conocedor a fondo de las inquietudes y los peligros que enfrentan las nuevas generaciones.

 

Los gobiernos inmerecidos

 

La frase “un país tiene el gobierno que se merece” es una ingeniosa máxima atribuida a personajes como Winston Churchill, Abraham Lincoln e, incluso, a Tocqueville, pasando por Maquiavelo, Jefferson y Orwell. Sin embargo, una pesquisa personal me condujo a Joseph de Maistre, ese oscuro personaje saboyano de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, consentido por reyes y zares de la época, a cuyo amparo pelechó toda la vida.

 

¿Y de la autonomía de las entidades territoriales qué?

 

 

¡Conformistas o mentirosos!

 

Enhorabuena. Seguimos siendo el país más feliz del continente. No somos el de mejor bienestar para sus habitantes ni el de mayor desarrollo ni el más productivo ni sobresalientes en educación ni el primero en fútbol. Tampoco el más pacífico ni el más saludable. Pero sí el más feliz. Y el que se nos reconozca esa condición nos hace aún más felices. Somos súper felices.