Es de urgencia
Ante su propia impotencia, los alcaldes de Bogotá han optado por echarse los cuentos más inverosímiles, suponiendo, ingenua o perversamente, que con eso nos van a tapar los ojos a los ciudadanos. Y digo tapar, porque sin acudir a los grandes preceptos de la teoría urbana moderna, la gran mayoría de problemas emergen frente a nosotros para que los percibamos a simple vista.