¡Cómo me duele!
Cómo me duele no poder decirle a mi hija que tengamos un secreto, porque si le enseño que puede tener secretos con los adultos, algo malo le puede pasar.
Cómo me duele saber que no puedo dejar que mis hijos salgan a jugar a la calle como yo lo hice; a tocar todos los timbres de las puertas, jugar tarro, escondidas y perderse en las casas de sus amigos.